REDR entrevista a Raúl Conde, periodista de referencia nacional en materia de información y comunicación rural con más de veinte años de experiencia contando la actualidad sobre desarrollo rural, la despoblación y el día a día de municipios y comarcas. Actualmente articulista de opinión en El Mundo, Conde analiza el cambio de paradigma que ha sufrido la comunicación sobre las áreas rurales y la despoblación en los últimos años.
¿Estás de acuerdo en que la forma de informar sobre la actualidad del medio rural ha cambiado en los últimos años?¿En qué sentido?
Como profesional de la comunicación, en el ámbito de los medios nacionales, el cambio ha sido brutal; especialmente, diría que en los últimos cinco años, a partir de la irrupción del medio rural, de la despoblación y de eso que se ha llamado en llamar "España Vacía" en la agenda política. Creo que el cambio sustancial que se ha producido es que el asunto ha pasado de las páginas de sociedad a las de política. Esto se ha dado en El Mundo, que es el periódico en el que trabajo, pero también en el resto de medios de comunicación. Ya no se aborda el asunto desde una perspectiva estrictamente cultural, demográfica e incluso sociológica, sino como una realidad política que está incorporada ya al primer nivel institucional y que, por tanto, tiene que tener también una respuesta política, como puede ocurrir en otros muchos ámbitos como la educación, la justicia o la fiscalidad. Se venía reclamando desde hace mucho tiempo en el medio rural una petición transversal para que el asunto se vehiculizara, que saliera a la luz, y que se concediera como una realidad que interpela al conjunto del país.
¿Crees que LEADER, pese a su dilatada historia y resultados probados a nivel socioeconómico, sigue siendo desconocido para la gran mayoría de la población? ¿Qué harías para solucionarlo?
Por un lado, muchas de las acciones y proyectos de los grupos LEADER no trascienden lo suficiente y, por otro, las que trascienden, se venden desde un punto de vista quizá un poco burocrático, cuando sería mejor mostrarle a la gente lo que ya se ha hecho, con ejemplos prácticos, de cómo esa convocatoria o ayuda termina redundando en el desarrollo rural. Testimonios, historias... A partir de datos y cifras, se puede construir una verdadera historia humana, que llegue a la gente. Al final hay que "venderse", en el mejor sentido de la expresión.
Manu Leguineche decía que el periodismo es ir, ver y contar. Los periodistas tenemos la obligación de ir al terreno a buscar historias, pero muchos de los que escribimos de medio rural en la prensa nacional no estamos especializados solo en este área sino que tenemos que abordar otras ocupaciones que nos impiden salir de Madrid todo lo que debiéramos. Así que agradecemos que nos planteen sugerencias, enfoques, historias, temas... y tú a partir de ahí construyes historias humanas que les lleguen a la gente. La otra opción, enviar una nota técnica hablando de una nueva línea de la convocatoria, por ejemplo, se quedan en un ámbito endogámico. Dentro de ese margen, podemos todos hacer más por transmitir mejor esa realidad, porque todos los programas LEADER han contribuido claramente a la modernización de la España rural: creación de infraestructuras, puestos de trabajo, renovación de inmuebles... Son muy importantes para cambiar la percepción del medio rural. La gente antes pensaba que ir a un pueblo es ir allí con cuatro casas caídas, sin bares, ni negocios... No. En los pueblos ahora hay restaurantes con estrellas Michelín, y esos establecimientos en gran medida se han surtido de la financiación LEADER y de las ayudas comunitarias y fondos de cohesión. Todo eso hay que explicarlo, pero sustentado en historias humanas, ponerles nombre y cara, y tratar de trascender.
España Vacía, España Vaciada, España Despoblada... ¿Cómo influyen las connotaciones en la construcción de una realidad en el imaginario colectivo? ¿Qué importancia tiene el relato o discurso mediático para configurar la realidad de los territorios rurales?
El debate de la nomenclatura es relevante porque afecta al relato y a la percepción de cómo le llega a la gente que no tiene vínculos directos con el medio rural, pero tampoco creo que haya que entretenerse demasiado, porque al final todos sabemos de lo que estamos hablando cuando decimos España vacía, vaciada, rural, abandonada o despoblada. No obstante, sí es importante el relato para cambiar la percepción que se pueda tener del medio rural en el siglo XXI en las ciudades. Es decir, cada vez más se está combatiendo, y por eso es importante el trabajo que hacéis todos los actores implicados en el desarrollo rural, porque hasta relativamente pocos años, todavía existían muchos prejuicios sobre el campo. Creo que poco a poco, pero a pasos agigantados, se está cambiando la imagen y los estereotipos del campo: un sitio donde puedes vivir no solo en armonía con el entorno sino con comodidades propias del siglo XXI.
¿Qué relato crees entonces que es el más adecuado para contar la realidad de la despoblación rural?
Probablemente ni la España interior esté vacía, ni tampoco es del todo cierto que la España Vaciada se decidiera en un despacho. Yo creo que la reivindicaciones de la llamada Revuelta de la España Vaciada están perfectamente justificadas; no creo que haya victimismo, están muy sustentadas en hechos y en datos y, en ese sentido, son justas y deben ser atendidas. Ahora, tampoco creo que la despoblación se decidiera en un despacho desde Madrid, una idea que a veces se puede trasladar... La concentración demográfica en las grandes ciudades, las aglomeraciones urbanas, es una tendencia global, no solo de España, como demuestran las proyecciones de la ONU o del INE. Hay una tendencia creciente a vivir arracimados en las grandes ciudades. Ese proceso sigue, no se ha conseguido frenar y, por tanto, hay una España que se está vaciando. Pero no se puede adjudicar ese fenómeno a una especie de determinismo, a ese "alguien decidió a partir de los 50 o 60 que media España se quedara vacía". Existe una tendencia global a la concentración urbana y, en el caso de España, se produjo una reducción de la demanda de mano de obra en el campo por la mecanización del sector agrario, es decir, el tractor hizo mucho más para que se vaciara la España interior que cualquier política pública.
¿La crisis sanitaria ha cambiado la percepción de la sociedad respecto al medio rural? ¿Qué papel han jugado los medios?
Sí, en el último año ha habido un acelerador que ha sido la pandemia; la crisis sanitaria ha hecho mirar los ojos fuera de la ciudad a mucha gente, ha acelerado esa desdramatización del medio rural y lo ha presentado como un sitio no solo donde puedes vivir, sino que es un lugar el que desearías vivir, porque te ofrece unas condiciones en buena medida mejores que las de las ciudades. Sin embargo, todo esto hay que observarlo con matices, porque insisto en que muchas veces tenemos asumido que la ciudad es una realidad poliédrica, con muchas caras; y yo creo que eso en los pueblos también ocurre, y muchas veces, y los periodistas somos responsables de ello, no terminamos de contarlo. La realidad de los pueblos no es uniforme en España; no todos los pueblos son aldeas de dos vecinos que están incomunicados o no tienen banda ancha de Internet. Es importante tener este aspecto en cuenta porque si no, a veces ofrecemos una imagen o hacemos análisis a partir de realidades que están distorsionadas. Me parece relevante ser capaces de cambiar la percepción, que exista un mayor conocimiento. La España interior necesita que la ciudad tome conciencia de lo que es hoy son los pueblos, que no tienen nada que ver con los pueblos de los que mucha gente emigró a partir de los años 50 o 60, aquellos eran pueblos miserables. Por eso no me parece acertado alentar planteamientos nostálgicos; creo que no hay que tener nostalgia del pasado, sino conciencia de que España necesita un reequilibrio territorial, porque eso ayuda a aumentar la cohesión social, pero huyendo de los planteamientos nostálgicos. La gente se fue de los pueblos porque no tenía un modo de subsistencia, como reflejan los libros de Delibes; sí, había muchas tradiciones y niños, pero no había trabajo ni condiciones de bienestar. La gente emigra por necesidad, no por placer y, por tanto, lo que hay que hacer es crear oportunidades para la gente que quiera vivir en el campo, pueda hacerlo, cosa que, ahora mismo, no se puede hacer en muchas partes del territorio.
Entrevista realizada por la RED ESPAÑOLA DE DESARROLLO RURAL (REDR). Ver aquí.