A Carolina Castro Fernández (Madrid, 1982) le da la risa nerviosa cuando se le pregunta por ella misma para hacer una pequeña presentación como Mujer Rural de Asturias 2025: “a mí eso me parece hasta metafísico…”. Quizás sea por la multitud de facetas que componen a esta hija de asturianos (Valdés y Cudillero no son solo concejos vecinos en su caso), nacida en Madrid y criada entre sonidos de gaita en el Centro Asturiano de la llamada capital.
“Soy Carolina Castro y soy taxista en Cudillero. Tengo el primer taxi adaptado para personas con movilidad reducida en el concejo. Nací en Madrid y allí viví hasta los 27 años, que nos vinimos para Asturias”. Ese plural hace referencia a su marido, Jorge Juan Lazo Villacorta, que la siguió hasta Quintueles (Villaviciosa), hasta que por motivos laborales surgió la oportunidad de trasladarse al concejo pixueto. Aquí viven en Arbiera, en la casa familiar, donde nacieron su abuela y su madre. Estos son los orígenes que tiran de ella, que la ubican en la braña de La Rondiella, donde comienza y acaba su mundo, donde avista la mar y la montaña y adonde nos lleva para hablarnos de sí misma, de su proyecto tan ligado al territorio. Allí, en la linde del concejo, avista la casa de su bisabuela, que llevó gran disgusto cuando tuvo que bajar a vivir a Arbiera, y desde donde se intuye en el valle de al lado El Faedal, la braña vaqueira valdesana donde nació su padre.
Confiesa que desde la adolescencia Madrid no era su lugar, le agobiaba el ritmo trepidante de una ciudad que vive en la prisa, con un ritmo trepidante que alejaba a Carolina de su barrio y de su edificio-pueblo, como ella lo describe, donde todos se conocían. Algo que con el tiempo fue cambiando, así como su horizonte al comenzar la Universidad y conocer esa otra ciudad que habitaba: “donde yo vivía el trato era muy cercano, muy del pueblo, pero cuando empiezas a ir a la Universidad ves que eso cambia, que da igual que te hayas caído en el suelo, que hay que gente que pasa a tu lado y ni mira para ti. Me parecía todo una locura y a mí me agobiaba. Siempre tuve claro que quería vivir en un pueblo y estudié Veterinaria con la intención de trabajar en el sector de la ganadería”.
Confiesa que se hubiera conformado con vivir en el campo en León, en Galicia… pero que su brújula sí apuntaba al norte. La vida fue poniendo las piezas en su sitio hasta acabar en Arbiera, en la casa materna.
El germen
Se describe como “muy de caleya”, le encanta meterse por caminos, aunque a veces con una furgoneta grande la cosa se pone “complicadilla”. Todo esto lo explica mientras maniobra en una curva cerrada con su furgo de ocho plazas sin que haga una pausa en su discurso: “a mí me gusta”. Afirma que Cudillero tiene unos rincones que no están nada publicitados, “casi mejor por otra parte”, añade entre risas, y que le gusta mucho el trato con la gente de todas las edades: “con la gente mayor me encanta, lo disfruto mucho, me parece que tienen una sabiduría… siempre te cuentan algo, alguna cosa interesante”.
Y luego está la parte de ayudar a quien lo necesita, “me resulta muy satisfactorio personalmente, pero como también trabajo con chavales cuando van de fiesta, que tienen una energía muy diferente, me gusta, te revitalizan, te dan un chute de energía juvenil que viene muy bien para no olvidarse de que hace dos días una era también una adolescente, y lo revives con ellos”.
Su taxi, TuriTaxi Cuideiru, tiene un poco de todo, pero sí que habla en especial de las personas mayores, clientes fijos a los que ayuda todavía más porque necesitan ayuda con la compra, con las bolsas, incluso entrando con ellos en el médico si no tienen familiares cercanos con los que ir. O atendiendo esas llamadas de urgencia, de mira a ver si están bien, que no cogen el teléfono. “Te crece la familia”, afirma.
El servicio que ofrece no es solo el del mero taxi. En este sentido lleva también una ruta del Centro de Día de Personas Mayores, que contactó con ella cuando estaba a punto de arrancar tras ponerse en contacto con la Federación del Taxi; y otra ruta para el instituto de secundaria. Inoculada de ese amor por su concejo, ya antes de tener el taxi cuando recibía visitas les organizaba recorridos para enseñarles los rincones desconocidos más allá del anfiteatro del puerto de Cudillero. A ello se sumó su experiencia trabajando en el Aeropuerto de Asturias: “trabajé dos o tres temporadas en una oficina de alquiler del aeropuerto y veía entrar allí a los taxis de la cooperativa de Cangas de Onís, Taxitur, que vienen rotulados con las rutas que hacen allí, y pensé qué buena idea para Cudillero, tan turístico, pero que no tenemos nada de esto”.
“Yo es que soy una apasionada de Asturias en general y de esta zona en particular, que es la mía. Me gusta enseñarla, lo que hay detrás de estos paisajes, la cultura, la gastronomía, es una zona muy rica y éste fue un poco el germen de la idea de TuriTaxi Cuideiru”. Se daba cuenta precisamente de eso, que los turistas venían a Cudillero pero no conocían el Cabo Vidío, en Oviñana, sus playas… habla de una turistificación concentrada en un concejo muy grande, muy rico, que “merece la pena darlo a conocer”.
El proyecto
“Es un taxi con un servicio tradicional que a mayores está adaptado para personas con movilidad reducida, para que puedan entrar con su silla de ruedas y viajar. Y además tengo una oferta de rutas panorámicas, sobre todo en la zona de Cudillero, pero también en los concejos aledaños”, explica.
Con la idea ya rondándole la cabeza, surgió la oportunidad de coger el traspaso de una licencia de taxi, que en números le cuadraba, y se dirigió a la Antena de Luarca de la Cámara de Comercio de Oviedo. “Silvia Pérez miró la viabilidad del proyecto, creo que era febrero de 2020, y me dijo que llamara a La Espina, al CEDER Valle del Ese Entrecabos”. Allí es donde se gestionan los fondos europeos Leader para esta comarca y allí es donde le asesoraron con su proyecto, y ser taxi adaptado era una de las condiciones para optar a la ayuda. “La verdad es que me cuajó todo, porque tenía pensado poner un vehículo grande, tipo monovolumen o furgoneta, para las rutas turísticas. El que fuera adaptado para personas con movilidad reducida redondeaba muy bien el proyecto porque también abres esas rutas a estos perfiles de gente”.
Allí le informaron de las condiciones, que “se amoldaban y que enriquecían mucho el proyecto, y ahí empezamos”. La suya fue la convocatoria de la pandemia, que tendría que haber salido en abril pero por el confinamiento y la situación vivida se retrasó a julio. “TuriTaxi se gestó en pleno confinamiento” y en septiembre ya empezó a rodar.
Mujer inquieta, sensible a las necesidades del entorno, esta primavera echó a andar una cooperativa formada por su taxi, el que regenta su marido y otros dos más, los de Lorena López Albuerne y Sonia Martínez Carreño, una iniciativa que dice que ha sido “muy positiva porque nos permite gestionar mejor los horarios de trabajo”. A este respecto destaca el potencial innovador de las mujeres con sus iniciativas: “creo que en el mundo rural, y sobre todo en el sector del taxi, las innovaciones son femeninas. Ellos es como que repiten los patrones de toda la vida”.
Los planos de Carolina
Lo dice por activa y por pasiva: “Carolina Castro también es una enamorada de Asturias, del folklore asturiano, de toda la música tradicional”. Lo mamó de cría porque su padre tocaba, “y toca”, la gaita y el clarinete. “En mi casa siempre hubo mucha relación con el folklore asturiano, estábamos muy vinculados al Centro Asturiano de Madrid porque mis padres nunca cortaron el vínculo con Asturias. Además participaron activamente en el Centro Asturiano, era la manera de meter la asturianía en vena, de quitarse la morriña entre que se venía y no”.
Sus padres se conocieron en Madrid. Su padre venía una o dos veces a Asturias al año, con lo que esa señaldá era importante. “A mí siempre me gustó el folklore, las tradiciones, la cultura. Gracias a ese vínculo pude venir a unos cursos de la Escuela de Asturianía, que sigue funcionando, para hijos de emigrantes, y me formé como monitora con unos profesores muy top. Nos transmitieron un conocimiento sobre la realidad. Yo fui de la primera promoción y siempre ha venido mucha gente de América. Se trataba mucho de contextualizar la Asturias actual, que mucha gente emigró y tardaron años en venir, y tenían ese concepto de hacía 30, 40 años… Querían aterrizarlos en la actualidad pero sin perder de vista toda la historia, cultura y demás que hay detrás. Nos dieron unos conocimientos muy potentes y como siempre me gustó, siempre estás leyendo más, formándote más… Ahí está la parte de Carolina Castro en el plano cultural”.
“En el plano social soy madre de una niña y un niño que decidimos tenerlos aquí, en la zona rural. Según van creciendo vas viendo que hay cierta carencia de servicios o que habría mejorar cosas, y ves que no hay pediatra más que dos horas lunes, miércoles y viernes. Y hay que mover esto porque entendemos que esto se hace por unas ratios de número de cartillas, pero ¿qué haces con el niño si se te pone malo un martes por la mañana? Entonces empezamos a mover la plataforma. Luego van al colegio, y empezamos en la Asociación de Madres y Padres a solicitar cosas que hacen falta porque las ratios de alumnado en el rural no pueden ser las mismas que en Oviedo o Gijón porque aquí tenemos una carencia de servicios que a lo mejor lo que no se lleve mi hijo del colegio igual no se lo puedo dar en casa. Si va a necesitar un logopeda, un apoyo específico, lo que sea, aquí te supone como mínimo ir a Piedras Blancas o Avilés. Y no todas las familias lo pueden costear. Vas viendo las necesidades y te mueves para intentar conseguir mejoras en todo. Esa parte social creo que se valoró como Mujer Rural”. Lo relata de carrerilla, en su tono amable, mientras mira al mar a través del cristal de su furgoneta.
Oportunidades para una Mujer Rural
“Yo creo que Asturias está ofreciendo bastantes oportunidades”, enlaza. “Y sobre todo en el medio rural. Creo que en el medio rural hay una carencia de servicios que es necesario paliar y que llevan aparejados puestos de empleo o proyectos de emprendimiento que son necesarios. Creo que muchas veces la gente tiene miedo a irse a vivir a la zona rural y no encontrar modo de vida. si abres un poco la mente, la caja, siendo un poco creativo, hay muchas opciones en el campo para poder y en Asturias en general para poder desarrollarse aquí”.
Cuenta que ella, para su padre, no es una mujer rural porque no tiene vacas, “pero vivo en el rural y los servicios para los que vivimos en el rural son muy importantes también. Y me acuerdo mucho de mis abuelas, que fueron dos mujeres rurales potentísimas, mucho más potentes que yo, y me parece que no estoy a la altura con el referente de ellas, que fueron muy luchadoras, muy trabajadoras… muy potentes en todos los sentidos”. Le traiciona ese síndrome de la impostora que tanto pesa. "Me emociona mucho por ellas, porque creo que es un premio compartido con ellas”.
Lo reconoce, como “muy compartido con toda la gente que tengo a mi alrededor. Todo esto se puede realizar porque tengo un marido que me va siguiendo en cada chaladura que se me ocurre, Jorge; porque tengo a María Fernández Fernández (su empleada), que aguanta el rollo todas las mañanas, una persona en la que confío plenamente, todo el mundo está contentísimo con ella y el premio también es de ella porque está en el equipo; de mis hijos, que me aguantan también todas las chaladuras, porque mamá no puede estar tanto con ellos como les gustaría; mis padres, que me han apoyado siempre con todo; de mis hermanas, que siempre están ahí… Un núcleo de gente que está siempre conmigo”.
Cuando el jurado del galardón la llamó el pasado 25 de septiembre para comunicarle el fallo, Carolina se quedó sin palabras, no sabía ni qué decir. Y algo así le sigue pasando. Será un poco efecto de este síndrome de la impostora. “Recibí el premio con mucha sorpresa porque no me lo esperaba”, no sabía ni que el CEDER Valle del Ese Entrecabos la había propuesto como candidata. “Lo recibí con mucha emoción y alegría, y a la vez con un poco de miedo porque me parece que el proyecto todavía no está al 100% como a mí me gustaría. Y con responsabilidad, es un caramelín, pero que a la vez conlleva que hay que atender a toda la gente, los medios… Quiero hacerlo bien porque es una cosa fantástica para mi empresa. Muy bien, pero a la vez acojonada… ¿Sinónimo para no decir palabrotas? Abrumada, sí, por la responsabilidad que conlleva”.
Carolina fue una de las protagonistas de Yo soy rural en su quinta temporada:
Fuente: Red Asturiana de Desarrollo Rural